
¿Por qué hacer un recuento cuando puedes hacer más que eso? ¿Para qué hacer un recuento cuando puedes agradecer?
Si hay algo que quiero es agradecer por lo que he hecho, lo bueno y más que nada lo malo en sus diversas formas; muchas gracias a todos los que conocí y desconocí, que ame y después olvidé; muchas gracias dejarme ir y gracias por dejarme regresar, por estar ahí cuando no lo pedí y cuando fué al contrario.
¿Para qué decir adios a un año cuando puedes despedirte de toda una década? En una década, 10 años, 120 meses, 3650 días uno pudo hacer tantas cosas, iniciar una carrera, terminarla, enamorarse, tener sexo, perder familiares, cambiar de ciudad, decir adios a los amigos, cambiar de celular, conseguir trabajo, adquirir nuevos hobbies, dejar viejos hábitos, cambiar de moda y peinados, descubrir enfermedades y aprender, más que nada aprender.
Lejos, cerca, cibernéticos, telefónicos, postales, tête a tête y cuerpo a cuerpo, gracias a todas las personas que conocí en esta década No. 1, gracias por dejarme estar en sus vidas, por compartirme lo que son, una pequeña parte o un gran todo.
Debo admitirlo, creo en la Navidad, en Santa Claus ¿y por qué no? en la esperanza. ¿Quién diría que llegaríamos al año 2 mil y más allá?
Deseo que esta Segunda Década la vivan mejor y sean muy, pero muy felices.
Si hay algo que quiero es agradecer por lo que he hecho, lo bueno y más que nada lo malo en sus diversas formas; muchas gracias a todos los que conocí y desconocí, que ame y después olvidé; muchas gracias dejarme ir y gracias por dejarme regresar, por estar ahí cuando no lo pedí y cuando fué al contrario.
¿Para qué decir adios a un año cuando puedes despedirte de toda una década? En una década, 10 años, 120 meses, 3650 días uno pudo hacer tantas cosas, iniciar una carrera, terminarla, enamorarse, tener sexo, perder familiares, cambiar de ciudad, decir adios a los amigos, cambiar de celular, conseguir trabajo, adquirir nuevos hobbies, dejar viejos hábitos, cambiar de moda y peinados, descubrir enfermedades y aprender, más que nada aprender.
Lejos, cerca, cibernéticos, telefónicos, postales, tête a tête y cuerpo a cuerpo, gracias a todas las personas que conocí en esta década No. 1, gracias por dejarme estar en sus vidas, por compartirme lo que son, una pequeña parte o un gran todo.
Debo admitirlo, creo en la Navidad, en Santa Claus ¿y por qué no? en la esperanza. ¿Quién diría que llegaríamos al año 2 mil y más allá?
Deseo que esta Segunda Década la vivan mejor y sean muy, pero muy felices.
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