Eusebio Ruvalcaba menciona en su muy brevísimo capitulo en una recopilación literaria llamada Bienvenida la polución –La ventaja de la escritura, es que puedes borrar, cosa que no sucede con el amor, no hay vuelta de hoja- y al escribir y ser un individuo amoroso, lo sé con ciertamente, hay tantas cosas que he formado con letras que he podido borrar e incluso repetir, en cuanto al amor… no es así.
Y mientras virus aparcan en mi cuerpo, los grillos hacen lo suyo en la noche y una y otra vez se va la luz haciendo que la batería de Macario trabaje, pero entre todos estos elementos me doy cuenta que espero… ¿qué? No tengo idea, tal vez hacerme más viejo, tal vez ponerme más ebrio, tal vez convertirme en mi peor pesadilla y ahora un realidad, tal vez tantas cosas al mismo tiempo, tal vez solo convertirme en nada.
Pero esperar, tal vez es lo que mata todo, esperar un cambio, esperar un beso, esperar una caricia, una comprensión o simplemente la muerte, esperar que el alcohol derrita tus órganos como el fuego lo hace con la cera. Esperar en un fin de semana largo a que las cosas mejoren o empeoren simplemente es eterno.
No sé si soy más pesimista con cada año que se suma a mi experiencia o acaso la esperanza se doblega con cada nuevo suceso, cada nuevo golpe implica un desgaste mayor y me hace como esta ciudad del pecado “vulnerable a todo”.
Si la ciudad espera nuevos visitantes, nuevas remodelaciones y nuevos aires con los cambios estacionales, yo espero poder escribir un poco más, espero que el letargo mental e inspiracional termine, espero porque no decirlo… algunas muertes y espero que Pandora regrese todo lo monstruoso que dejo salir de esa caja, junto a la esperanza que en muchas ocasiones no nos deja ver la objetividad de los objetos, la feliz felicidad, la cruel crueldad y real realidad, aunque sean unas redundancias antonomásicas.
Al parecer Santa Claus comienza su estadio de vomitadas por la ciudad, árboles de navidad por doquier, adornos, Rodolphos, escarcha y múltiples símbolos de que la Navidad espera. Y no es que sea malo esperar pero acaso como en las citas ¿después de cierto tiempo de espera y no obtener un arribo, debemos marcharnos?
Y mientras virus aparcan en mi cuerpo, los grillos hacen lo suyo en la noche y una y otra vez se va la luz haciendo que la batería de Macario trabaje, pero entre todos estos elementos me doy cuenta que espero… ¿qué? No tengo idea, tal vez hacerme más viejo, tal vez ponerme más ebrio, tal vez convertirme en mi peor pesadilla y ahora un realidad, tal vez tantas cosas al mismo tiempo, tal vez solo convertirme en nada.
Pero esperar, tal vez es lo que mata todo, esperar un cambio, esperar un beso, esperar una caricia, una comprensión o simplemente la muerte, esperar que el alcohol derrita tus órganos como el fuego lo hace con la cera. Esperar en un fin de semana largo a que las cosas mejoren o empeoren simplemente es eterno.
No sé si soy más pesimista con cada año que se suma a mi experiencia o acaso la esperanza se doblega con cada nuevo suceso, cada nuevo golpe implica un desgaste mayor y me hace como esta ciudad del pecado “vulnerable a todo”.
Si la ciudad espera nuevos visitantes, nuevas remodelaciones y nuevos aires con los cambios estacionales, yo espero poder escribir un poco más, espero que el letargo mental e inspiracional termine, espero porque no decirlo… algunas muertes y espero que Pandora regrese todo lo monstruoso que dejo salir de esa caja, junto a la esperanza que en muchas ocasiones no nos deja ver la objetividad de los objetos, la feliz felicidad, la cruel crueldad y real realidad, aunque sean unas redundancias antonomásicas.
Al parecer Santa Claus comienza su estadio de vomitadas por la ciudad, árboles de navidad por doquier, adornos, Rodolphos, escarcha y múltiples símbolos de que la Navidad espera. Y no es que sea malo esperar pero acaso como en las citas ¿después de cierto tiempo de espera y no obtener un arribo, debemos marcharnos?
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